Cómo Escribir un Poema en Prosa
La poesía en prosa es principalmente una igualdad entre los elementos narrativos y poéticos. Se trata de jugar con el lenguaje para unir los mensajes literarios y la belleza sonora de una composición cuidadosamente armada. La siguiente guía mostrará cómo escribir un poema en prosa.
1. Trabaja con conceptos
Los temas son los elementos clave sobre los que construir tu poema en prosa. Pueden ser ideales, creencias, escenas, afectos e incluso anécdotas personales. Estos conceptos pueden conectarse para dar forma a un poema de prosa más consistente.
2. Busca la estructura
Una vez que hayas definido los conceptos de tu poema, crea una estructura a partir de estos elementos. Los poetas recurren a varias técnicas cuando se trata de buscar estructura en un poema en prosa. Intenta:
- Precesos en el que se presenta la información de forma escalonada.
- Comparación donde se relacionan dos elementos para crear metaforas o contrastar ideas.
- Repetición más estructurada en la que se repite una o varias palabras o frases.
3. Crea una atmósfera
La atmósfera en un poema en prosa se construye con:
- Imágenes que evoquen los conceptos referenciales de tu poema. Intenta destacar los detalles, en lugar de presentar a los personajes como protagonistas generales.
- Diálogos narrativos cuyo lenguaje sea extraordinario y cargado de detalles. Intenta usar muchos verbos, que suelen ser los elementos más ricos para describir una atmósfera.
- Sonido mediante el uso de ritmo, repetición de sonidos, aliteración y onomatopeya.
4. Perfectiona tu poema
Una vez que hayas creado tu composición, te sugerimos que revise, edite y restructure el poema. Todo poema debería estar trabajado y pulido.
Recuerda tener paciencia y dejar que tus conceptos y tu práctica creativa fluyan. Cuando se trata de poesía en prosa, busca la belleza que hay entre las palabras para crear un poema único.
¿Cómo se escribe en prosa ejemplo?
Había mucha escarcha y la humedad era grande. Antes de salir pude ver la humedad condensada en la parte exterior de mi ventanita, como si allí hubiese estado llorando un trasgo durante toda la noche usando la ventana a guisa de pañuelo. Probablemente había sido una noche fría, porque al salir al patio exterior me encontré con una capa blanca cubriendo el jardín. El aire era frío y húmedo, y la escarcha se extendía como una lona de gélido blanco. Resoplé, expulsando la humedad de mis pulmones, y me adentré en el jardín para descubrir qué había tras aquella mágica cortina.